
18 Jun ¿Qué es meditar y cómo se hace?
Todos tenemos en la cabeza esa imagen: una persona, puede que vestida de blanco, sentada una postura que te duele tan solo de mirarla, con una ligera sonrisa y una paz reflejada en el rostro indescriptibles. Está meditando.
Y tú también quieres aprender, pero no sabes ni por dónde empezar, de hecho, seguramente, ni siquiera tienes muy claro qué significa meditar. Vamos a intentar desenredar este fascinante tema.
¿Qué es meditar?
Hay muchas creencias erróneas sobre la meditación, que pueden derivar en un sinfín de frustraciones. Comencemos aclarando qué no es meditar.
Meditar NO es dejar de pensar.
El dharma, o la finalidad de tu mente, es pensar, crear pensamientos de la nada… y, si son negativos, mejor. Su labor es advertirte de los peligros y sabe desarrollarla muy bien.
Trabajadora incansable en busca de potenciales problemas, resulta agotadora en una sociedad en la que no corremos delante de leones, en la que los problemas del día a día no suponen jugarnos la vida.
Esta advertencia constante por parte de nuestra mente deriva en estrés y ansiedad… ojalá y se callase un ratito, ¿verdad? Pues lo lamento, no puedes. No, ni siquiera cuando meditas.
Meditar NO es cambiar tus pensamientos.
Vale, pero si meditar no consiste en dejar la mente en blanco, por lo menos, ¡podré conseguir que mis pensamientos sean positivos, en lugar de negativos!
No, no funciona así exactamente. Intentar no pensar lo que estás pensando, o no sentir lo que estás sintiendo es un esfuerzo titánico que no tendrá resultado. No malgastes energía, esa batalla está perdida de antemano.
Entonces, ¿qué es meditar y para qué sirve?
La meditación supone un entrenamiento, querido yogui. Ármate de paciencia y, sobre todo, de amor hacia ti mismo. Te prometo que, si no abandonas, el camino merecerá la pena.
¿Qué ocurre cuando abandonas el gimnasio la primera semana? Exacto, no hay cambios en tu cuerpo. Pues aquí también hay que ser constante.
Lo que hacemos con nuestros pensamientos al meditar no es tratar de eliminarlos o cambiarlos por otros. Los observamos, sí, pero sin dejarnos arrastrar por ellos. Los observamos con ternura, entendemos de dónde vienen y qué nos quieren decir, les damos las gracias por participar y los despedimos cariñosamente… esperando a que aparezca otro y realizar el mismo proceso. La magia está en tu actitud hacia tu mente. La magia está en entender que no eres tu mente, eres su observador. Lo que te diga no tiene por qué arruinarte el día, estás por encima de eso.
Meditar consiste en ser consciente de lo que ocurre dentro, sin juzgar. Con una mirada cálida, sin acomodarnos en el papel de víctima. Meditar es entender que nuestra mente, nuestras emociones, pueden ser más o menos agradables, pero tenemos el control suficiente para que no nos arroyen.
Meditar es amarnos lo suficiente como para ser compasivos con nosotros mismos. Meditar no consiste en cambiar lo que es, sino en cambiar nuestra actitud hacia lo que es.
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¿Y… cómo se hace?
Hay muchas formas. No necesariamente tienes que sentarte y cerrar los ojos. Incluso es posible meditar mientras friegas los platos, es lo que ahora se llama mindfulness, ¿te suena, verdad?.
Realmente, yo no puedo enseñarte a meditar, es un camino que debes andar solo, pero puedo compartir contigo lo que a mí me ha servido.
Algunos aspectos fundamentales son:
No te frustres, ten paciencia. Recuerda el ejemplo del gimnasio. Al principio, seguramente, sientas que no puedes, que no sabes ni lo estás haciendo bien, que igual eso no es para ti. Sinceramente pienso que meditar es algo que todo el mundo puede hacer, pero que requiere un compromiso. Créeme, merecerá la pena.
Existen varios trucos a los que aferrarte cuando sientas que tu mente viene cargada de material tóxico, uno de las mejores es tu propia respiración. Aprende a respirar como un yogui y concéntrate en las sensaciones que esto te produce. Otra manera muy popular de “mantener la mente ocupada en algo” es el uso de mantras. Un mantra es una palabra o frase que repites, en voz alta o para ti. No hace falta que esté en sánscrito, mi mantra preferido es “gracias”.
Si estás incómodo, te pica la nariz, te sorprendes repasando la lista de la compra… bien, eres como el común de los mortales. No te frustres, ríete… recuerda ¡compasión! Y sigue probando, la práctica solamente nos puede llevar a la mejora.
Ve poco a poco, puedes empezar concediéndote entre tres y cinco minutos al día, si crees que lo has hecho fatal, no importa, continúa al día siguiente. Verás como antes de que te des cuentas estos minutos, que cada vez serán más, se convertirán en algo prioritario en tu agenda.
Lleva ropa cómoda: que nada te apriete, ni te m0leste. Es fundamental, si empiezas y ya estás incómodo, te lo estás poniendo muy difícil.
Sobre la postura: la clásica es sentado con las piernas cruzadas. Es muy importante que la espalda esté erguida y los hombros relajados. Esta postura es complicada al comienzo, quizás, solo puedas pensar en que no estás del todo cómodo. (Si esto pasase, ya sabes, mírate con amor, observa, no te juzgues y no te rindas). Mucha gente se sienta en una silla, o incluso, se tumban. Todo está bien si a ti te sirve.
Elige tu método: quizás vayas a comenzar con una práctica de yoga nidra, algo guiado o puede que te atrevas directamente a centrarte en tu respiración, quizás quieras observar los pensamientos… como si fuesen nubes, observa cómo llegan, los saludas y los dejas ir. En seguida aparecerá otro ¿cuál será? Repite: saluda, agradece y observa cómo desaparece.
No hace falta que cierres los ojos, de todos modos, suele ayudar. Aunque otra manera de meditar es mantener tu atención en un objeto. He encontrado que encender una vela y mirarla fijamente es un gran método. El fuego tiene mucho poder.
Beneficios de la meditación
Veamos ahora para qué querrías hacer todo esto, qué es lo que la ciencia dice respecto al hábito de meditar, (he sacado estos datos del libro: la meditación como medicina, de Dharma Singh Khalsa y Cameron Stauth, basado en estudios científicos):
La meditación crea un estado hipometabólico único en el que el metabolismo se encuentra en un estado mucho más profundo que durante el sueño. Mientras se duerme, el consumo de oxígeno baja un 8% pero, durante la meditación, baja entre un 10 y un 20%
La meditación es la única actividad que elimina el lactato de la sangre, un marcador del estrés y de la ansiedad.
Las hormonas calmantes, melatonina y serotonina, se incrementan con la meditación. Mientras que la hormona del estrés, el cortisol, se reduce.
La meditación tiene un efecto profundo en los tres indicadores clave de la edad: la capacidad auditiva, la tensión arterial y la visión de objetos cercanos.
La gente que lleva tiempo meditando padece un 80% menos de enfermedades del corazón y un 50% menos de cáncer que los que no meditan.
Los meditadores segregan más hormona relacionada con la juventud, la DHEA, que los no meditadores. Los hombres de cuarenta y cinco años que meditan tienen de media un 23% más de DHEA que los que no meditan, y en las mujeres, la diferencia es de un 47%. Esto ayuda a disminuir el estrés, a incrementar la memoria, a preservar la función sexual y a controlar el peso.
El 75% de los que padecen insomnio consiguen dormir si practican la meditación.
El 34% de la gente que sufre dolores crónicos, puede reducir significativamente la medicación al practicar la meditación.
Tras todos estos datos, ¿pruebas? Te ayudo con las meditaciones para principiantes de mi canal de YouTube.
Déjame aquí tus experiencias. Te leo atenta.
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